Cuando los conductores se daban la mano en Barcelona
Cuando los conductores se daban la mano en Barcelona
Una práctica que simbolizaba algo más que un acuerdo de paso: era una declaración de convivencia urbana.

En los años 50, 60 y 70, Barcelona era una ciudad más vecinal. En barrios como Gràcia, Horta o Sant Andreu, los conductores no se enfrentaban: se reconocían. Cuando se cruzaban en una intersección sin señalizar, bajaban la ventanilla, estiraban la mano y decidían con un apretón quién pasaba primero. Un gesto tan simple como poderoso.
Esta cortesía espontánea no formaba parte del reglamento, pero sí del código social. El tráfico era un espacio compartido, no una guerra. Y la calle era un lugar de encuentro, no de conflicto.
Con los años, el aumento del parque automovilístico, la presión de la ciudad y la pérdida de vínculos vecinales eliminaron esa costumbre. Hoy, bajar la ventanilla es más bien para discutir. ¿Qué pasó con aquella Barcelona respetuosa y humana?
La visión desde el derecho
En Abogados AcciLegalPlus, despacho especializado en accidentes de tráfico en Barcelona, vemos a diario cómo la falta de empatía al volante termina en conflicto. Creemos que las normas de tráfico deben ir acompañadas de cultura cívica: educación, respeto, tiempo y humanidad.
Una forma de conducir más amable podría evitar muchos accidentes. Porque la seguridad no nace de la norma, sino del comportamiento.
Testimonios de quienes lo vivieron
"Mi padre me enseñó a conducir diciéndome: primero el respeto, luego el volante. Y lo cumplía cada vez que saludaba a otro conductor en un cruce."
– Jordi M., Gràcia"Yo iba en el asiento de atrás y veía cómo los mayores bajaban el cristal y se daban la mano. Eso para mí era civismo en movimiento."
– Teresa V., Horta"Ojalá mis hijos vieran el tipo de ciudad que teníamos antes. La Barcelona en la que el coche no era una barrera, sino una extensión del barrio."
– Ramon S., Sant Andreu¿Tú también lo recuerdas?
Si viviste esta época o conoces a alguien que lo hizo, ayúdanos a recuperarla. Barcelona puede volver a ser una ciudad donde conducir sea un acto de respeto mutuo, no de enfrentamiento.
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